Por: Rodrigo Zepeda
Probablemente
el principal objetivo de cualquier intercambio es aprender, sin embargo hay
oportunidades que no solo aprendes, si no también, enseñas, promueves,
inventas, pruebas, conoces, te enamoras, y te identificas con lo que tu
profesión te acerca.
Realmente
no hay mejor manera que conocer culturas que por medio de lo que a los futuros
cocineros o cocineros nos toca hacer, que es conocer las culturas, porque las
culturas nacen de las personas, y de las personas las costumbres y tradiciones
habladas, escritas, gastronómicas e históricas que marcan y definen lo que es
una nación.
Podríamos
hablar siempre de lo que nos encanto de un país, sin embargo lo que siempre
enamora es su comida y su gente, es por eso que es nuestro turno de hacer una
breve remembranza de lo que fue nuestra estancia en tierra Guaraní; a pesar de
ser estudiantes ajenos a una escuela, nos adoptaron como sus propios hijos, nos
hicieron conocer y aprender lo que ellos conocen de su cultura milenaria
guaraní desde que nacieron. Nos hicieron enamorarnos de las tardes de merienda
en las cuales no nos alcanzaba el apetito para llenarnos de cocido quemado con
mbeju, o tal vez esos fines de semana donde el asado con sopa paraguaya (si esa
preparación la cual es la única sopa solida del mundo), chipa guazú, mandioca
de todas las formas posibles que iban desde simple yuca hervida, o
preparaciones mas delicadas en las cuales las técnicas prescindían.
Es fácil
enamorarse y querer volver a un pueblo el cual te recuerda tanto a casa, tal
vez no por su gran riqueza de productos, que evidentemente hay infinidad de
cosas que podríamos citar y que tienen un trasfondo más importante de lo que
podríamos creer, un claro ejemplo es la cantidad de remedios o yuyos que
poseen, la calidad mundial de las carnes vacunas que manejan y la increíble
calidad natural de las frutas y vegetales que ellos mismos llegan a producir,
sin embargo la admiración y el recuerdo que hace pensar en tu propio país es el
que te dan las personas con su cariño, con su capacidad de acogerte sin tal vez
siquiera conocerte, con el simple hecho que te lleves de su país la mejor de
las experiencias.
Podríamos
redactar más sobre las tardes de clases en O´hara, o las caminatas por el
centro del casco antiguo de asunción, y pueblos aledaños que no podía pasar desapercibidas los chiperos
desde sus caminatas por las calles que asemejaban a los señores panaderos de
México que con singular destreza cargan sus canastas en la cabeza. Como olvidar
los caminos y sus cultivos de frutilla, sus puestos de torta de miel de caña a
las orillas.
Nuestra
tarea por otra parte además de ir a conocer un poco de la cocina paraguaya
también se baso en la difusión de nuestra propia cultura y tuvimos una gran
oportunidad de compartir con la Embajada de México dónde fuimos invitados a una
cata de mezcal, y además tuvimos el honor de cocinar pan de muerto para la
ofrenda del día de muertos que se llevo a cabo para que la población Mexicana y
Paraguaya recordara y conociera un poco de esta bella tradición.
Para no
extendernos más y lo más real que se puede decir es que pocas son las veces que
escuchamos hablar de Paraguay, pero una vez que lo conoces, te podríamos decir:
“ Vas a querer volver”.
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